domingo, 23 de junio de 2013

63 mil personas

Ayer me topé con un titular de prensa, choqué con la noticia porque rehúyo estar todo el día, todos los días, con un motivo de disgusto. La evidencia hecha cifras: 63 mil personas necesitan de la caridad en la provincia de Alicante. Lo primero que pienso es ¿cómo habrá aumentado su presupuesto Cáritas, para tanta necesidad? Algo me empuja a no querer creer –la cifra es, es, es… no sé qué decir- aunque soy consciente de la situación que se nos ha anidado (hace unos años, solo revolaba por nuestras cabezas, los del ladrillazo, del ataque a la ordenación territorial, de la LRAU y posteriores, de la falta de consciencia), y tengo bien identificados a los culpables, si, son aquellos que con sus prácticas criminales político-económico-sociales, provocaron un efecto dominó y fíjate, quienes eso hicieron, los que empujaron la primera ficha, no han entrado todavía a la cárcel, incluso sospecho que ni están ellos ni mucho menos “su” dinero en España, a lo mejor sí que están, amparados por x personas. Digo que no quiero creer que nos estén empujando hacia la pérdida de la ciudadanía, en su significado más profundo, según el DRAE “cualidad y derecho de ciudadano”; Tanto tiempo trabajándola nosotros los españoles, nuestros derechos, porque somos un pueblo trabajador y queremos seguir siendo alegres, agradeciéndoselo a nuestra luminosa y acogedora tierra cada día, eso queremos. Con todo esto me viene al cuerpo la desolación que sentí cuando vi la película de Fernando Fernán Gómez “El viaje a ninguna parte”, basada en su novela, narrándonos la muerte de una forma de vivir, la del teatro ambulante, lo que empieza siendo las peripecias de una compañía familiar de cómicos que, recorriendo caminos quieren representar su sainete, su obra cómica por los pueblos rurales a cambio de comida y lecho dignos, acaba miserablemente compitiendo con la llegada del cinematógrafo, con el hambre, con el frío, con la pérdida de la memoria legada por sus antepasados también cómicos, y al final les vence. Triste película, triste realidad.

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